jueves, 16 de marzo de 2017

La mujer muerta

En Benzú, al oeste de Ceuta, se levanta una imponente montaña, al que los árabes llaman “Yebel Musa”, y los ceutíes “La mujer muerta”, un apodo quizá, demasiado incisivo, como ocurre con los nombres populares, porque si entornas los ojos y la contemplas, más bien parece dormida. Y si además de mirarla fijamente, la escuchas, podrás notar que respira con un sonido metálico (fonolítico) provocado por sus piedras calizas sueltas. Los senderistas que han subido a su cumbre, reconocen, que no han escuchado jamás algo así en ningún otro sitio. Quizá la mujer de Atlas, también habla en sueños, o quizá, ese sonido sea una canción de cuna que proviene de un mundo mitológico desterrado por otro lógico.



Yebel Musa es una montaña con una altura de 851 metros sobre el nivel del mar. Pertenece a territorio marroquí, la población de Bellones, y forma parte de las últimas estribaciones de la Sierra del Rif. Sin embargo, esta mujer de piedra, tiene dos caras, ya que desde Marruecos, su silueta pierde la apariencia humana. Sólo en Ceuta puede ser mirada así, como una bella durmiente que se extingue en el Estrecho de Gibraltar. Mantiene el mismo carácter bicéfalo que esta extensión de mar que une el Mediterráneo con el Atlántico. Podríamos, incluso compararla con una mujer casada, cuyo marido, Marruecos, aunque la posea, no fuera ya capaz de admirar su belleza a través de una mirada empañada por el desgaste de la rutina conyugal. Mientras que Ceuta, con la encendida pasión de un amante, la ve como un objeto de deseo, bella, atractiva, misteriosa e inalcanzable. Unos tienen, otros miran. Yebel Musa, coqueta, nos muestra su mejor perfil, porque en definitiva, y parafraseando a Julio César, uno no puede evitar convertirse en lo que los demás ven de él.